El desarrollo transpersonal

Una vía no tiene un recorrido predeterminado e igual para todos. Recorrer una vía hacia el sí mismo, el ser transpersonal, el yo espiritual, no significa elegir una técnica y aplicarla después mecánicamente hasta alcanzar la liberación. Alerta con esperar formulas mágicas o técnicas para aplicarlas como si se tratase de una cadena de montaje. Cada uno debe inventar su vía: debe desafiar sus propios hábitos y convicciones más queridas, utilizar todos sus recursos y exponerse a los altibajos más impensables. Sin ninguna garantía de triunfar (Ferrucci,1989)

Más cualquier camino que se recorra necesita 3 premisas previas:

  • Primera: Honestidad en las motivaciones para la búsqueda espiritual.
  • Segunda: Un mínimo de equilibrio psicológico.
  • Tercera: Estar dispuesto a pagar el precio.

En cuanto a la primera premisa Assagioli señala cinco motivaciones que pueden llevar a un sujeto a emprender la exploración del superconsciente, que él graciosamente llama alpinismo psicológico.

  1. La voluntad de poder, el deseo de poseer habilidades que le sitúen por encima de los otros para dominarlos egoístamente.
  2. La evasión de las dificultades o de la chatura de la vida cotidiana.
  3. La curiosidad, la atracción por lo nuevo y desconocido o lo extraordinario.
  4. Lo que se podría llamar adicción a la adrenalina o lo que Ferrucci denomina pasión por el riesgo, sentir atracción por las dificultades en sí mismas y el desafío que representan.
  5. La atracción por lo genuinamente espiritual, la experiencia de fascinación por un valor absolutamente superior.

Y añade que es fácil que:

  • Si el alpinismo se emprende desde la primera actitud, el primer tropezón será con la inflación del ego, y que, si esa persona ya estaba aquejada de esa enfermedad, el suponer que está ascendiendo (como si ascendiera en un escalafón convencional) puede producirle “mucha fiebre, vómitos y demás excesos… mentales”, de tipo narcisista e incluso psicopático, por decirlo de una manera desenfadada.
  • Si lo emprende desde la segunda actitud puede tropezar con un exceso de introversión y aislamiento irresponsable.
  • Si lo hace desde la tercera postura, puede que caiga en la dispersión y la superficialidad.
  • Si la motivación está relacionada con la pasión por el riesgo, que afronte algunas técnicas para las que no está preparado el sujeto y se meta en regresiones patológicas.

En cuanto a la segunda premisa, el equilibrio y salud mental de base.

Es fácil comprender que, si no lo hubiera, la evolución quedará detenida por falta de suelo psicológico sobre el que sustentarse. Es más: hay que tener un mínimo de salud mental si se quieren evitar posibles trastornos producidos por una práctica inadecuada para ese tipo de situación interna. Con ello no se pretende decir que las personas sin ese mínimo equilibrio no tengan experiencias transpersonales o tengan que renunciar momentáneamente a emprender la vía transpersonal, sino que la primera tarea espiritual del buscador es ocuparse de tareas tan prosaicas como “ser normal” (en el sentido de estar sano), como un deber de responsabilidad y amor no ególatra hacia sí y hacia los otros.

En la línea que parecen compartir Washburn y Wilber, parece que es un buen criterio el de haber logrado lo que convencionalmente se entiende como equilibrio psicológico y equilibrio social, es decir:

  1. Gozar de una buena autoestima (que no es igual a autocomplacencia)
  2. Una buena estima hacia los otros (que no es igual a la compasión desde la superioridad, sino más bien disfrute de la realidad de la existencia de los otros)
  3. Una buena estima por parte de los otros.
  4. Una actitud imprescindible para la exploración

Sólo así se puede pensar con cordura que la búsqueda no sea una huida. En todo caso no es recomendable para uno mismo ni para aconsejar a otros iniciar expansiones de conciencia si la que ya existe no esté sana, pues lo que se logrará es expandir la patología. Ni es recomendable para uno mismo ni para aconsejar a otros la búsqueda de fusión amorosa con “lo Santo” si no se es capaz de mirar con simpatía a uno mismo o a los otros, si no se quiere caer en una hueca huida hacia delante.

En cuanto la tercera premisa: el pago del precio

Un tercer requisito, si se quiere que la búsqueda espiritual no sea una pérdida de tiempo y se frene en alguno de los momentos difíciles, consiste, en implicar todo lo necesario. A veces eso significará arriesgar todo lo que se tiene y todo lo que se es en esa búsqueda. Es decir: estar disponible para tener que desprenderse de todo tipo de posesiones materiales (ya de entrada, si no hay una moderación en el consumo habitual a que acostumbra la sociedad, difícilmente puede ni iniciarse el camino espiritual), sociales (prestigio, roles, brillo, etc.), vinculares (familia y amistades, que suelen ser los más difíciles), e incluso —y muy importantes— espirituales (fenómenos extraordinarios, superioridad moral, estatus espiritual cualificado, o considerarse mejor que los otros, por ejemplo). La mayoría de veces la conciencia de prescindir de esos bienes se va revelando gradualmente, conforme la persona va estando preparada para dar el paso.

El desarrollo de las tendencias transpersonales

Ana Gimeno Bayón Cobos